El último momento de la infancia
Aquel martes 31 de octubre como era costumbre saldría con sus primos y hermanos a pedir dulces por el barrio, y al terminar en su casa le esperarían con comida, queque y regalos; pero este año tenía un matiz especial: cumplía trece y sería oficialmente adolescente; aquello sin lugar a dudas le llenaba de ilusión.
Desde las diez de la mañana esperaba ansiosamente la hora de salir a pedir dulces; sabía que era su último Halloween como niña y tenía que disfrutarlo al máximo pero el tiempo parecía no querer avanzar como normalmente lo hacía y la expectativa crecía cada minuto.
Finalmente el reloj marcó las seis de la tarde; Juan y María (sus hermanos menores) también estaban listos y pasaron por casa de sus primos para ir juntos como lo habían hecho desde hace cinco años cuando María apenas era una bebé de casi un año.
El tiempo pasó volando y no fue sino hasta las 8:30 pm que se percataron de la hora y decidieron volver a casa. A tres cuadras de su hogar lograron divisar al final de la calle una sirena y un grupo de gente: algún gracioso habrá reventado un panal, pensaron; y siguieron su camino sin mayor prisa. Al estar más cerca, su sorpresa fue que la sirena era en su casa y que lo que era su casa ya no estaba allí y en su lugar solo habían restos de la estructura y muchas cenizas: la plancha con la que había desarrugado su ropa había quedado conectada y en resultado saltaba a la vista.
María y Juan no comprendían aquella escena pero ella ahora estaba completamente segura de que una nueva etapa iniciaba en su vida.